Sé que hay días en los que te asaltan las dudas. Comentarios bienintencionados pero equivocados, consejos no pedidos, preguntas que insinúan que podrías estar haciéndolo mejor. Pero quiero que tengas esto claro: Áine está bien. Crece sana, tranquila, alimentada y protegida. Y eso es gracias a ti.
Carlos González lo deja claro: la leche materna es el alimento perfecto. No hay nada mejor, nada que pueda imitarlo, nada que se le acerque en calidad. Su composición se adapta a cada etapa del crecimiento, a cada necesidad de Áine, incluso a cada toma. No existe fórmula que pueda hacer lo mismo.
Pero la lactancia es mucho más que alimento. Es protección. Le estás dando defensas, reduciendo su riesgo de infecciones respiratorias, digestivas y otitis. Estás ayudándola a prevenir alergias, obesidad y enfermedades metabólicas en el futuro. No hay suplemento que pueda ofrecerle eso.
También te beneficia a ti. La lactancia acelera tu recuperación posparto, ayuda a tu útero a volver a su tamaño, reduce el riesgo de hemorragias y, a largo plazo, protege contra el cáncer de mama y ovarios. Amamantar no solo es un acto de amor, también es una inversión en tu propia salud.
Pero además, la lactancia es vínculo, es apego, es tranquilidad. Si Áine busca tu pecho no es solo porque tenga hambre. Ahí encuentra consuelo, seguridad, calor. Porque la leche materna no es solo comida, es contacto, es calma, es dormir plácidamente después de una toma, sintiéndose protegida. Y eso está bien.
Es normal que te digan que «tu leche no es suficiente», que «se queda con hambre», que «hay que complementar». No te dejes intoxicar. La gran mayoría de las mujeres tienen leche suficiente, siempre que el bebé succione libremente. La lactancia es a demanda, sin horarios rígidos ni normas absurdas. Cuanto más mame, más leche producirás. Tu cuerpo sabe lo que hace.
No necesitas biberones, esterilizar tetinas, medir tomas ni gastar dinero en leche de fórmula. Amamantar es lo más práctico y natural, siempre listo, a la temperatura perfecta, sin complicaciones.
Y sí, es normal sentir dudas. Es normal estar cansada. Es normal necesitar un respiro. Pero cada vez que la ves dormirse satisfecha en tu pecho, cada vez que busca refugio en ti y encuentra lo que necesita, recuerda esto: le estás dando lo mejor a Áine.
Y yo estoy aquí, para recordarte que lo estás haciendo bien.